¿Para siempre?

Hemos buscado juntos una salida a los problemas de la vida de cada quien y juntos nos hemos enredado más en una maraña de conflictos que ponen en riesgo la unión que una vez dijimos sería para siempre.
Trabajamos en pos de un objetivo, pero nunca dijimos que fuera el mismo para ambos intereses y ahora que las cosas pintan de otro color, cambias de bando dejando la nave casi a la deriva.
Es decir, tomamos un mismo rumbo con la idea de llegar a sitios diferentes pero, cada uno creyendo en la coordinación total de nuestras acciones. Caro hemos de pagar esa confusión. Porque veinte años no son nada y cuando la meta se acerque los caminos se bifurcarán, entonces habrá que tomar una decisión y la historia que una vez pensamos concluir con un final feliz, se verá abruptamente corregida; de golpe y porrazo los personajes que la integran dejarán de ser para convertirse en otros, totalmente diferentes y ajenos al resto de la trama que supuestamente organizamos para alcanzar el bienestar de todos.
Hoy, con una derrota más a cuestas, estamos cuestionando lo que hicimos mal, buscamos los errores y también buscamos culpables, mientras aquellos que siguen siendo nuestros enemigos salen de su escondite para festejar nuestro fracaso.
La trampa fue colocada por nuestras propias manos. Paso a paso fuimos tejiendo la telaraña en la que nos quedaríamos atrapados para siempre. Vamos. Las cosas son tan graves que no ves una salida. Apostamos casi todo al proyecto de equipo, pero sin dejar de ver aquel grupo al que pertenecimos bajo el cobijo del que ahora nos perseguirá sin dar cuartel. Así es la vida.
Si alguien no arriesgara, las cosas se tornarían muy aburridas, siempre viendo la misma cara; esa que en un momento ni siquiera se dignó a responderte el saludo.
Hoy el sol salió para calentar al bando enemigo y nosotros nos quedamos en medio del frío que deja saber que no fuimos capaces de organizarnos debidamente; además, nuestro bloque no podía representar a la totalidad de las manos y cabezas que necesitamos para alcanzar la meta anhelada.
Nuestro porte de triunfo cambió totalmente luego de saber que más allá de nuestros esfuerzos, otros se dejarían ganar; aquellos prefirieron la comodidad de lo conocido que buscar emprender un nuevo camino para mejorar. Definitivamente no hemos perdido nada si adoptamos la actitud de que aquí, donde se concentraron nuestras fuerzas, alcanzamos el objetivo

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