Luz de la vida
Es esa luz que me guía, me lleva por este camino como faro puesto por alguien para que mis pasos no tropiecen y mi ruta no se pierda. Sin ver la vereda sólo sigo esa luminosidad que avanza delante de mi y pareciera que evita deslumbrarme, la persigo como si fuera la última oportunidad de mi vida, como el trofeo por haber cumplido todas las reglas. No sé exactamente qué es, qué la produce, dónde se genera y por qué a mí, pero la sigo sin pensar en un posible tropiezo, sin imaginarme que pudiera ser un espejismo. Es la luz de mi vida. Apareció de pronto, sin aviso alguno, simplemente la vi delante de mí y comprendí que mi deber era seguirla, donde quiera que fuera, como quiera que fuera, a ciegas, sin analizar su contenido. Es como una orden divina que se acata sin saber por qué. A pesar de que la razón avisa siempre, pone las señales de alerta, seguiré el resplandor que me ha encaminado exactamente hasta el sitio donde hoy me encuentro, con todo lo logrado y lo perdido, con la experien